
Descripción general:
Cronología y estilo: Siglo XVI, c. 1530. Arquitectura de reminiscencia gótica.
Es un crucero/humilladero con uno de sus muros, el testero, cerrado de origen, a base de pilares con contrafuertes y arcos apuntados, preparado para recibir bóveda de crucería. Actualmente se cubre con cielo raso y sus tres lados, originariamente abiertos, se encuentran tabicados con adobe, sillería, ladrillo y mampostería.
Se sitúa en un importante cruce de caminos de la localidad, por lo que funciona como un humilladero que da acceso y salida al pueblo e inicia el camino tanto al cementerio municipal como a la ermita de Nª Sª de Carrasquedo. No es casual que el encuentro simbólico del Primero de Mayo entre la Virgen de Carrasquedo y San Juan Bautista se produzca en sus inmediaciones. Es en definitiva, un crucero, un humilladero o una cruz de término, que busca mostrar la piedad devocional del pueblo de Grañón e instar a ella todo visitante. Son construcciones impulsadas por la Contrarreforma para hacer presentes los misterios de la Fe de una manera continua entre el pueblo, hacer conscientes a los feligreses de la Pasión de Cristo, y los dones de la divinidad a través de los santos y la Virgen.
Crucero:

Crucero de alto valor histórico-artístico sobre columna toscana en cuyo fuste encontramos una cartela con inscripción: Hízola Bicente cleri / go beneficiado en San / Iuan de Grañón a. 1536. Sobre ella, los símbolos de San Vicente de Huesca, patrón del presbítero que financia la obra: cuervo surmontado sobre rueda de molino. San Vicente fue martirizado en tiempos de Diocleciano (s. IV), siendo arrojado al río Ebro atado a una rueda de molino; su cuerpo, expuesto en un basurero, fue protegido por un cuervo de las aves rapaces. En el anverso de la cruz encontramos a Jesús Crucificado, y en el reverso Virgen con Niño, mientras que en el nudo en templete encontramos a San Sebastián, San Miguel, San Vicente, San Pedro y los dos Santos Juanes en hornacinas. En la actualidad, la basa de la columna es contemporánea de cemento para aislar la obra de la humedad, aunque se conserva la original en la misma ermita.
Retablo:

Cronología, estilo y autor: Siglo XVI, c. 1540. Sobre su diseño arquitectónico y escultura se duda entre Guillermo de Faleza y Juan de Beaugrant, no así de su policromía, obra de Francisco de Lubiano. Artistas que, en cualquier caso, forman parte del mismo taller que realizó el retablo mayor de la iglesia parroquial de San Juan Bautista.
En el banco o zócalo encontramos un relieve con la Santa Faz sujeta en los extremos por dos ángeles tenantes. El retablo tiene como relieve titular la escena de la Coronación de Espinas o Improperios. Éste, se compone de tres figuras que representan a personajes de relevancia (se especula sobre si se tratarían de los miembros del sanedrín, como Caifás y Anás, e incluso Herodes Antipas), así lo indican sus ropajes y tocados, portando además símbolos de autoridad y la sentencia de Pilato; otros tres sayones o verdugos; y Jesús, sentado con la túnica sobre los hombros, recogida en la cintura y coronado de espinas. Cristo, además, extendería su desaparecida mano izquierda con la intención de recoger la caña a modo de cetro, que un sayón le entrega con actitud burlesca, haciendo ademán de reverencia con el gorro. En el ático, separado por un entablamento, en cuyo friso se alternaban querubines y rosetas, todos desaparecidos, se ubica, bajo un arco de medio punto, un relieve del Padre Eterno con los brazos extendidos sobre un cuerpo de nubes con cuatro angelotes. En el remate tampoco se conservan las rosetas que un día lo decoraron.
En general, la composición recuerda mucho a los autos sacramentales que proliferaron en las tierras hispánicas desde el siglo XIV. Su estado de conservación era muy malo hasta su pasada restauración en los años 2009/2010. Tras la intervención se decidió buscar una nueva ubicación, en una capilla aledaña a la iglesia parroquial, ante las deficiencias que presenta actualmente la ermita de los Judíos (humedades, goteras, hongos y parásitos), a la que da nombre.
Usos:
Era tradición que en el Domingo de Ramos comenzara desde la ermita de la Judíos la celebración litúrgica con la tradicional bendición de los ramos y posterior procesión hasta la iglesia. Sin embargo, hoy en día, sólo se mantiene la costumbre de iniciar en este punto el Via Crucis que tiene lugar el Viernes Santo, y que transcurre hasta la ermita de Nª Sª de Carrasquedo, de hecho, es el único día del año en que se abre la ermita al público. Recientemente, se ha recuperado la tradición de rezar un responso por el alma del fallecido de camino al cementerio municipal.
Notas de : Juan Ibáñez Castro